La Campana de la Libertad: Ecos Mágicos en la Plaza de Santander 🔔🧡 22

El Río Bogotá, conocido hoy por su contaminación, guarda secretos que solo el BusMágico puede revelar. En "Diario de un BusMágico Encantado", un BusMágico verde ecológico me llevó a una dimensión donde este río, que nace en el místico Páramo de Guacheneque —un lugar sagrado cuyo nombre muisca significa "mujer brava" o "indio guerrero"—, se transformó en un escenario de ensueño.
Mientras recorríamos su curso, desde Villapinzón hasta Bogotá, un mercado flotante apareció en sus aguas, con vendedores que ofrecían objetos mágicos para cumplir deseos. Pero este viaje fue más que un sueño; fue un recordatorio de la magia que aún vive en nuestra ciudad. Acompáñame a descubrir esta aventura del BusMágico.
🚍 Desde Bogotá hacia el nacimiento del río
El BusMágico verde ecológico nos recogió en Bogotá y, con un destello, nos transportó al Páramo de Guacheneque, donde el Río Bogotá nace cristalino.
La laguna del páramo brillaba rodeada de flora y fauna únicas, y los senderos místicos, con miradores y zonas de descanso, nos invitaron a contemplar su belleza. Habitantes nativos vendían artesanías de lana de oveja ancestral, y el aire olía a cordero asado, típico de Chocontá.
Seguimos el curso del río hasta las Rocas de Suesca, un asentamiento chibcha de arenisca, y en la Laguna de Suesca, un cacique apareció en medio del bus.
"Bajen y reciban el poder de la purificación", dijo, ofreciendo agua sagrada con flores de loto que brillaban.
Caminamos por senderos hasta las cinco islas que, según él, fundían el alma de su esposa con la naturaleza.
El BusMágico continuó su ruta, pasando por el Cerro Pan de Azúcar en Sesquilé, donde venados y aves llenaban el paisaje, y por la Iglesia de Nuestra Señora de Fátima en Gachancipá.
Al llegar a Tocancipá, un desfile de carrozas y comparsas nos recibió, y en Zipaquirá, la Catedral de Sal nos envolvió con su luz azul y un aroma a mar.
El río cruzó Sopó, con sus montañas imponentes, y Cajicá, donde piedras talladas susurraban secretos muiscas. En Chía, cuyo nombre significa "luna" en chibcha, el cielo se llenó de estrellas fugaces, y en Cota, la Orquesta Filarmónica tocaba instrumentos de cuerda y viento.
Pero al entrar a Bogotá, el BusMágico se volvió multicolor y el río cambió: un mercado flotante apareció en sus aguas negras y espumosas. Vendedores en balsas ofrecían objetos mágicos —flores de loto, amuletos dorados como los del Zipa muisca— que prometían cumplir deseos, pero la tristeza del río contaminado opacaba su magia.
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